
Buenas tardes,
Este martes 16 de diciembre se cumplen 250 años del nacimiento de Jane Austen. Lo celebraremos con una presentación especial en Barcelona, a las 18:30 en La Insólita (c/Ciutat de Granada 76), donde charlaré con Carla Gracia, autora de Cambia tu vida con Jane Austen, y varias escritoras y artistas leerán fragmentos de su obra. Si no te queda muy lejos, te aconsejo no perdértelo.
Luego volvemos con Jane, pero antes quiero contar una curiosidad que me sucedió hace unos días leyendo un par de periódicos. Los dos incluían artículos sobre una nueva forma de masculinidad llamada «El hombre performativo».
Hace más de una década se puso de moda clasificar a los hombres por etiquetas como «metrosexual», que a su vez incluye diferentes subtipos. Lo de «performativo» me sonaba chocante, así que sentí curiosidad por saber qué características tiene este nuevo espécimen.
En el primer artículo, leo que el hombre performativo se puede distinguir por cuatro rasgos, de los cuales reconozco con horror que cumplo tres:
Va a todas partes con una totebag, es decir, con una bolsa de tela. Yo soy de esos, porque siempre carreteo libros, el portátil y otros cachivaches de poco peso. Mi favorita es una azul (ver en la cabecera) de una librería de la londinense Bricklane.
Lleva auriculares de cable. Yo siempre. Nunca me han gustado los inalámbricos.
Lee a autoras como Sally Rooney. Justo el día que leí este artículo, acababa de comprar su novela Gente normal tras verla recomendada en algún sitio.
Usa un llavero Labubu o similar. Esta es la única característica que —a Dios gracias— no cumplo. De hecho, ni siquiera sabía que se había puesto de moda algo así.

No me perderé ahora explicando lo que hace o deja de hacer el hombre performativo. Prefiero trasladarme a Jane Austen, que siglos atrás presentó su propia nueva masculinidad a través de Mr. Darcy.
Uno de los secundarios más emblemáticos de la historia de la literatura, este joven terrateniente se caracteriza por no obedecer las normas y galanterías sociales, se expresa con una sinceridad que a veces resulta ofensiva, y no hace nada que no le venga en gana hacer. Lo que hoy diríamos un borde.
Un carácter así da mucho juego en Orgullo y prejuicio, pero si además es un hombre capaz de pedir perdón y de rectificar sus errores, entonces se entiende por qué el carisma de Mr. Darcy ha atravesado los tiempos.

De regreso al «hombre performativo», curiosamente en la portada del ensayo de Carla Gracia aparece Jane Austen junto a las escaleras del metro con una totebag. Quizás ella tenga también algo de performativa, además de desafiarnos e inspirarnos con sus novelas y con su propia vida.
Gracias, Jane. 250 años después, cada vez que un lector abre uno de tus libros, renaces de nuevo.
¡Feliz semana!
Francesc
